En busca del final Perdido

En busca del final Perdido
Erase una vez en un país una niña que quería que le leyeran un cuento todas las noches, pero, un día, uno de los cuentos que le leyó su abuela terminó, y…, bueno,  ya está, a dormir.

Esa noche Clara estuvo pensando como un cuento tan bonito podía terminar así, y a la mañana siguiente volvió a leer el libro, estaba segura de que la abuela se lo había contado mal, que le había tomado el pelo, pero, al llegar al salón y abrir el libro, descubrió un pequeño trozo de papel en el que ponía

El final del libro hemos escondido, somos las hadas traviesas y queremos que ha conseguirlo vengas, para el final del libro encontrar, tres pruebas, tres piedras tendrás que encontrar y busca que busca lo vas a encontrar
Al instante, el papelito desapareció dejando unos finos hilos que se convirtieron en unas letras mal hechas que dijeron:

Ve al bosque

Acto seguido desaparecieron haciendo un ruido parecido al frufrú de los vestidos de la abuela. En cuanto entendió lo que tenía que haber se marchó a toda prisa a hacer la mochila, un botiquín, una manzana, una barrita de chocolate, un bocadillo, una manta, una chaqueta que ya llevaba puesta, un chaquetón en la mano y sus pendientes de la suerte, después, se puso en marcha caminando al bosque, cogió el paraguas plegable y lo metió en la mochila.
Acto seguido, salió por la puerta y se adentró en el bosque, un poco después, encontró un caminito de papeles, en cuanto cogía uno se esfumaba, así que se limitó a seguirlos mientras cantaba.

Aproximadamente una hora después, llegó a un lado del bosque donde había un lago muy grande y parecía hecho de un líquido espeso y azul eléctrico, como una poción, cogió un poco en la botella e inmediatamente el líquido se endureció formando una dura piedra azul, del susto, se le metió  un pie en la substancia que se endureció alrededor de su pie formando una dura bota sobre la suya, al encontrar una roca, le dió una tremenda patada y la piedra se rompió en pedacitos pequeños como el cristal, Clara siguió su camino y se topó con un zorro de pelaje blanco como la nieve que le señaló un camino lleno de nieve y otro de sus frascos la niña cogió la nieve y se volvió una piedrecita blanca y fría. Siguió andando tras darle las gracias al extraño zorro, un poco después encontró tres piedritas al lado de un río muy caudaloso, vio que las piedras eran una de oro, otra de plata y la última una piedra que parecía hecha de algo que parecía fuego, como sentía curiosidad la cogió y estaba calentita, luego el río se hizo de repente como de hielo y pudo cruzarlo aunque con un tremendo resbalón y con un tremendo golpe en el culo. Al final del camino había las tres hadas del mensaje sentadas en una piedra grande y elevada, una tenía la piel de color naranja y llevaba el pelo como si fuera fuego de color rojo, la otra tenía la piel de color azul turquesa y el pelo hecho de una especie de cascada que volvía a la raíz del pelo, y la tercera tenía la piel blanca como la leche y el pelo de un color blanco perla, entonces se le ocurrió mirar las piedras, que tonta, le tenía que dar a cada hada su piedra y así recuperaría la palabra final del cuento. Cogió las piedras y se las entregó a las hadas, una, por una, acto seguido la tres hadas soltaron cada una una burbuja de algún material extraño de sus colgantes una de fuego, otra de agua y otra de hielo, se formó una letra de cada color:

  Fin