Un buen día, apareció un desconocido que ofreció sus servicios a los habitantes del pueblo.
A cambio de una recompensa, él les libraría de todas las ratas, a lo que los aldeanos se comprometieron. Entonces el desconocido flautista empezó a tocar su flauta, y todas las ratas salieron de sus cubiles y agujeros y empezaron a caminar hacia donde la música sonaba.
Una vez que todas las ratas estuvieron reunidas en torno al flautista, éste empezó a caminar y todas las ratas le siguieron al sonido de la música.
El flautista se dirigió hacia el río, las ratas se metieron en el agua, el pensó que se ahogarían, cruzó al otro lado del río, pero las ratas sí que saben nadar.
El flautista quedó asombrado y escapó corriendo, mientras le perseguían.
Al final tuvieron que llamar a un fumigador para que acabara con la plaga.