Había una vez en un pueblo muy pequeño, Cochatos, vivía una abuela. Pero... No era como las demás, era muy deportista, sabía hacer de todo, menos una cosa... ¡Subir a la cuerda!
Desde pequeñita le tuvo miedo a subir a la cuerda, lo intentaba, y lo intentaba pero siempre se caía. Lo peor era que sus compañeras se reían de ella y desde ese momento se prometió que no iba a volver a subir a una cuerda, hasta ahora.
Ella soñaba que subía por esa cuerda y que sus amigas del bingo (las que se reían de ella), que se comieran sus propias palabras.
Un día se despertó con mucho entusiasmo, y se fué a su antiguo colegio, intentó subir pero se cayó, lo volvió a intentar pero fué un fracaso, no paró de intentarlo hasta que lo consiguió…
Las amigas se disculparon y ella desde ese momento sabía hacer exactamente de todo (de deportes obviamente)
Desde pequeñita le tuvo miedo a subir a la cuerda, lo intentaba, y lo intentaba pero siempre se caía. Lo peor era que sus compañeras se reían de ella y desde ese momento se prometió que no iba a volver a subir a una cuerda, hasta ahora.
Ella soñaba que subía por esa cuerda y que sus amigas del bingo (las que se reían de ella), que se comieran sus propias palabras.
Un día se despertó con mucho entusiasmo, y se fué a su antiguo colegio, intentó subir pero se cayó, lo volvió a intentar pero fué un fracaso, no paró de intentarlo hasta que lo consiguió…
Las amigas se disculparon y ella desde ese momento sabía hacer exactamente de todo (de deportes obviamente)